Tenía una barca hinchable, de color verde. En la proa tenía una cuerda. En la playa de Tavernes, mi madre tiraba de la cuerda y me llevaba sobre el agua, meciéndome con el vaivén de las olas.
Mientras, porque el mar debería recordarla aquella canción, cantaba “amores se van marchando, como las olas del mar… el amor es una barca, con dos remos en el mar, un remo aprietan mis manos, el otro lo mueve el azar…”.
Mi sedienta mirada de niño solo podía mirarla fascinado, admirado. Escucharla cantar esa canción me daba paz y a la vez abría las puertas de un misterio, del enigma de quién era mi madre realmente.
La decía “cántala otra vez”. Y la cantaba de nuevo.
Aprendí muy pronto esa canción.
El verano son las hermanas Valero. Pijas marrón oscuro casi negro. El juicio de Cardi B con las pelucas. Es Gonzalo Miró. Macrón y Brigitte viendo si se hacen un trío con Aga Khan. El rodaje de Prácticamente Magia 2 y de El diablo viste de Prada 2, con Anne Hathaway tropezando por las escaleras y haciendo un aquí no ha pasado nada.
Este verano es BB Trickz y Métrica dándose de hostias en un concierto. Feud trapero. “¿No me dijiste que me ibas a robar los racks?”
Pijas Marrones vuelve el 18 de septiembre. 7ª Temporada. Gran rentrée.
Save The Date.
Tengo muchas ganas de estar de nuevo con todos vosotros.
Y en noviembre… sale a la venta mi libro de The Rocky Horror Picture Show.
El ensayo definitivo sobre los 50 primeros años de la litirgia queer.
Os va a encantar. Y para calentar motores redordad que tenéis la película para ver en Disney+.
Fuimos a dar un paseo por Aranjuez, por los jardines del Príncipe y por los salones del palacio de la reina: su tocador, su sala de porcelana, donde rezaba. El fumadero arabesco del Rey.
El palacio que me merezco.
En los jardines vimos árboles centenarios, que atraviesan el tiempo y nos miran, viéndonos peligrosos e insignificantes.
Comimos en La rana verde, con vistas a los patitos y a las ocas del Tajo.
Una señora llevaba un Hola, con Bertín simulando ser padre. Al ver la cara de ese señoro recordé que las comunidades autónomas fachas han quitado los impuestos a los ricos y se han gastado el poco presupuesto que les queda en toreros.
Ahora van a Pedro Sánchez a exigirle bomberos.
Mientras tanto, Susan Sarandon se embarca en el Global Sumud Flotilla, rumbo a Gaza.
Quedamos para merendar con Reyes en el gourmet de El Corte Inglés, antes de que se fuese a Lima.
Yo me pedí un sándwich de sobrasada con miel y queso.
Comentamos que la tarta de cumpleaños de Madonna fue un Labubu. Choque de iconos contemporáneos.
Justin Bieber hace revivir Instagram, mientras Julia Fox dice estar exhausta de servir coño las 24/7.
Los fans de Kate Bush haciendo su coreografía anual del Most Wuthering Heights Day Ever, vestidos como Kate en el vídeo.
El único flashmob que interesa.
Lo hacen el 30 de julio porque es el cumpleaños de Emily Bronte y de Kate Bush.
Lil Nas X finge ir pedo por la calle en bragas para que le detengan y así graben cómo le sueltan de chirona y hacerse un vídeo y todo marketing para sacar algún videoclip pronto.
Muy Loly Álvarez en los dosmiles.
Después de la merienda, mi chico compró mermelada de ruibarbo y jengibre. Wilkin & Sons.
Pasamos por la perfumería y mi chico decidió finalmente comprar el De Los Santos de Byredo, su perfume favorito.
Nos fijamos en un frasco de perfume de Cartier que Jaime dijo que estaba muy bien porque te lo podías meter por el coño, pues tenía forma ligeramente fálica. Lo olimos y tanto Reyes, como Jaime como yo nos quedamos patidifusos porque el perfume olía, literal, a braga meada.
A braga meada seca.
Es es Pasha de Cartier, Noir Absolu.
Lejos de oler desagradable, embriagaba y constantemente tenías que volver a oler el cartoncito de prueba.
Era irresistible.
Ese aroma a braga meada seguro que pone cachondísimos a los heteros.
Añorando la tele de los dosmiles, de Cristina Rapado contra Bea La Legionaria. Ya se estrena No somos nadie.
Va a ser curioso de ver pues ya no pueden escudarse en el boicot.
Ya saben que realmente son overground y no interesan al gran público mainstream.
Me pregunto con que talante afrontarán esta certeza.
Por otro lado, espero que mantengan a todas las fagotas divinas de Tentáculos.
Lo veré porque, mientras llegue “lo nuevo”, ¿qué se puede ver si no?
Empecé a recibir mensajes de seguidores que me alertaban sobre una cuenta de IG con mi nombre que redirigía a una especie de OnlyFans.
Algunos me preguntaban si era mío, albergando la esperanza de verme los huevos.
Pero no.
Logré denunciar la cuenta y finalmente la cerraron.
Por un lado me sentí halagado, por otro ligeramente violentado.
En cualquier caso me dieron la idea.
Estábamos viendo un reality de Netflix de quién es el millonario cuando mi chico me dijo que había muerto Verónica Echegui.
Pensé que se había equivocado de nombre.
Cuando supe que no, me llevé literalmente las manos a la cabeza.
Vivir es urgente.
Qué enormes lecciones de vida da la muerte.
Entrevisté a Verónica Echegui para Neo2 cuando estrenaba La Juani. Fue un descubrimiento de Bigas Luna. Era toda energía y verdad. Yo la veía como a una nueva Pé.
Debería haberse ido a Hollywood a hacerse un Ana de Armas. Pero, ¿qué más dá? Todo da lo mismo. Nada importa.
Cada uno tenía a su Eusebio Poncela.
Para los boomers era el de Curro Jiménez, para los heteros tardo-hipsters de gorra para atrás era el de Arrebato de Zulueta, ese milagro de amor por el misterio devorador del cine.
Para los intensitos violadores de Malasaña era el de Martín Hache de "hay que follarse a las mentes".
Para las fagotas, para mi, claro, era el indomable protagonista de La ley del deseo. El deseo como ley suprema, como fuerza motora que arrasa con todo.
Eusebio Poncela fue un vampiro que encarnó a ese Madrid lúcido, adicto, sociable y solitario, seco y profundamente afectuoso, nocturno.
Sigue ahí.
No puedo decir más.
Y el bajito de El Dúo Dinámico.
A mi padre le encantaban.
El final de Átame, con Loles León, Victoria Abril y Antonio Banderas cantando la desarmante Resistiré, que muchos años después se convertiría en himno de la pandemia.
Y El final del verano, melancólico, luminoso y demoledor final de Verano Azul, la mejor serie española de la historia.
Virginia vino a casa a tomar café.
Le dijimos lo mucho que nos esta gustando la serie de Alien Earth, lo mucho que nos aburre Taylor Swift y su novio anunciando boda, pero lo mucho que nos encantan que Lucía Etxebarría tenga que pagar 270.000 euros a Hacienda.
El 3 de octubre se estrena Monstruo Ed Gein, en Netflix.
Qué mal lo vamos a pasar.