La dana ha arrasado con todo, pero ha dejado a la intemperie y en carne viva lo mejor y lo peor del ser humano: el sentido de comunidad, la solidaridad, la virtud, pero también los saqueos, la ponzoña y, por encima de todo, el odio.
España, las dos Españas, la una y la otra, han quedado expuestas.
Todo se politiza, dicen… Sí, pero es que todo es política. Y más aquí.
Os hago un breve resumen:
El PP de Mazón, la Generalitat, suprime el año pasado nada más y nada menos que la Unidad de Emergencias de Valencia especializada en catástrofes, mientras dedica 17 millones de euros a la tauromaquia.
Bien.
15 horas antes de los desastres, la gente ya estaba avisándose por redes sociales del peligro y en Valencia aún no había alerta alguna.
Y el PP, para quitarse el muerto de encima, empieza a culpar, como siempre, a Pedro Sánchez.
El miércoles pasado, sólo El País tenía la Dana en portada, en los periódicos de derechas las portada era Begoña Gómez, la mujer de Pedro Sánchez.
El jueves, la derecha empieza a pasarle la pelota al gobierno diciendo que era el presidente el que tenía que haber dado el Estado de Alarma, cuando el Estado de Alarma de algo que está ocurriendo en un determinado punto de España y no en su totalidad lo da, por competencia, cada comunidad autónoma.
Si la llega a dar Pedro Sánchez ese día, el PP hubiese dicho que Pedro Sánchez era un dictador dando un golpe de Estado.
El PP, los de bajar los impuestos, reclamando más ejército, más policías, más ambulancias y más médicos… públicos.
Y los medios de la fachosfera y las redes logran la manipulación de darle la vuelta a la tortilla para que le culpable sea Pedro Sánchez y que parezca que Mazón, el pobrecito, no se enteraba de nada.
¿Qué debía hacer Pedro Sánchez? ¿Llevar 500 soldados o llevar 2000? ¿Cómo sabe cuántos tiene que llevar? ¿3000 u 8000? ¿Alguien, de la Generalitat, le puede decir algo?
Tras la falsa alarma de tormenta torrencial que llegó a los móviles de Madrid el año pasado, con el famoso pitido, Juan Manuel López Zafra, director de economía de la Comunidad de Madrid, escribió en Twitter que se trataba de una alarma que era una “intolerable e inaceptable intromisión del Estado” y Vox propuso que estas alarmas solo llegasen a los móviles de quienes lo hayan pedido.
No hubo alarma porque esas alarmas son cosas de la izquierda, estupideces de progres.
Sigo. El viernes, Amancio Ortega dona 4 millones de euros por la Dana, después de haber esquivado 600 millones de euros en impuestos con ingeniería fiscal. Al día siguiente, el Ayuntamiento de Valencia lleva autobuses de voluntarios al centro comercial de Bonaire a limpiar un Zara.
Los voluntarios se niegan a hacerlo pues han ido para ayudar a la gente, no a Amancio Ortega.
Un día después llega el chef José Andrés, hambriento de foco.
Ha habido muchos chefs llevando comida, pero no han llamado a la prensa, como hace el chef de las desgracias.
Ese mismo sábado, ayer, Juan Roig se acerca por un Mercadona. Unos chicos le recriminan, sin violencia alguna, el que haya permitido que se hiciesen repartos de Mercadona el mismo martes de la tormenta, con trabajadores de su empresa teniendo que ser rescatados de los torrentes.
Y Roig contesta a estos chicos llamándoles gilipollas, gritándoles “una mierda” y echándoles del supermercado.
Hoy domingo, llegan los Reyes y el presidente del gobierno a Paiporta.
No deberían haber ido.
El ambiente estaba caldeado.
Lo estaba por diversos motivos; por lo sucedido y también por el odio esparcido.
Lanzan barro a los reyes. Se exponían a ello. Es lo que ocurre cuando el privilegio se asoma al barro; que puede acabar con él en la cara. Es lícito. Es lo que ocurre cuando vas a hacerte la fotito.
Al presidente del gobierno le agreden con una pala en la espalda. Lo hace un chico que ha sido detenido y que pertenecía a un grupo de extrema derecha.
Cuando a Rajoy le saltaron las gafas de un golpe, la izquierda en bloque condenó la agresión.
En cambio la derecha no condena la agresión a Sánchez: se jacta de ella.
Y es que no, no todos los políticos son iguales y no es lo mismo la derecha que la izquierda.
Ay, derechas, izquierdas, izquierdas y derechas, ¿cómo no politizar las tragedias cuando todo es política?
Absolutamente todo, desde el porqué se producen, hasta cómo se solucionan y todo lo que hay alrededor.
Todo lo que nos rodea.
Me escribe gente de Valencia, gente que ha perdido a familiares.
Qué puedo decir.
Nada puedo decir.