Saturday, August 24, 2024

CAPILLA SPA

Pasé por delante de una tienda de juguetes para niños pensada para madres Pinterest que quieren ir de finas porque se sienten unas horteras. La típica tienda con juguetes de madera en colores nude, pretendidamente educativo y vintage. 
En el escaparate había un tipi, lo que viene a ser una tienda de campaña de indio cherokee, de película de indios y vaqueros. Las madres de Pozuelo compran el tipi y dicen “así mi hijo tiene un espacio suyo donde jugar y estar recogido, sin pantallas”, mientras su hijo dice “dame la Switch que quiero jugar al Fortnite, puta”. 

Nos pusimos Dream Scenario, que estaba en Movistar. 
Dream Scenario es una película interesante, menos especial de lo que pretende ser. Como fábula en torno a la fama, al ego y a la cancelación, funciona, pese a adolecer de ciertas arritmias que tienen que ver con cómo se trata de estirar la anécdota. 
Como en la mayoría de películas de la productora A24, uno tiene la impresión de que le estén tratando de vender sardinas a precio de caviar. 
La idea central de la película es bonita y me hizo pensar en lo estupenda que hubiese sido la película si, en lugar de tratar de copiar a Charlie Kaufman, hubiese estado directamente escrita, dirigida y protagonizada por Woody Allen. En su lugar, un amaneramiento en la realización, propio de videoclip de grupo indie, que me aleja más que acercarme. 
Nicolas Cage tan magnífico como siempre y Julianne Nicholson, una actriz que siempre se las apaña para que todo sea de verdad. Actriz de enorme prestigio desde Kinsey, Boardwalk Empire, aunque yo la descubrí en Agosto y más adelante en Mare of Easttown. 

Y de pronto los quioscos de verano nos pillan por sorpresa con la portada de Ana Obregón con su hija-nieta. 
Ana Obregón es demure, pero es bastante más brat que demure. 
La portada en sí ya es historia de España, de la cultura pop y del trash. Es puro camp. Una elocuente fotografía que sirve como prístina alegoría del absurdo contemporáneo y del surrealismo capitalista. 
La expresión de resignada confusión de la hija-nieta in vitro subrogada ante el feliz despiporre de la madre-abuela. Anita, clavada a su difunto padre, arqueando las cejas al estilo del screwball comedy del Hollywood dorado. 
El cartel de la película que quiero ver. 

Y de nuevo en redes se reabren las críticas del populacho que espetan que en el caso Ana Obregón-nieta debería intervenir asuntos sociales, que esa niña ha venido para tapar un vacío… Vamos a ver, obviamente sí, pero los asuntos sociales deberían intervenir en el 90% de los hogares españoles. Desde luego en las casas de todos los bebés con padres que votan a Alvise o a Vox, de todos los padres que llevan a sus hijos a misa los domingos o a fiestas de toros. No solo a casa de Ana Obregón. Y venir al mundo para tapar un vacío hemos venido todos. O bien por mero capricho, para tapar una crisis, una infidelidad, para no enfrentarse a la vida real y ser “simplemente madre”, por puro convencionalismo social “por que es lo que toca”. Anita no es la única que viene para tapar cosas. 

En el coche, escuchando a Bryan Ferry, camino de Valladolid, con el termo de café y dos napolitanas de chocolate para el viaje. 
Bryan Ferry es nocturnidad, neón, apagar un cigarro con un tacón. Es misterio. 
Bryan Ferry es demure. 
Qué enigmático es Valladolid. No me extraña que los guiris vengan a España y se queden estupefactos. Valladolid es mil veces más bonito con Copenhague y, además, la gente no se quiere suicidar y todo es a mitad de precio. 
Una ciudad acogedora y señorial, llena de rincones y recovecos. Muy entre Agatha Christie y el remordimiento castellano. 
Además me fijé que había Burger, Taco Bell. Perfectamente podría vivir en Valladolid y venir a Madrid una vez al año al teatro a ver a Robert LePage y al Parque Warner, aunque, pensándolo mejor, casi prefiero vivir en Madrid e ir una vez al año a Valladolid a comer Valadar. 
Valladolid es demure.

Me encantó el Pasaje Gutiérrez, un pasaje comercial que deja mal parados a los pasajes que vimos en París. 
Que no lo vea Wes Anderson que viene a rodar y lo pinta de rosa. 
Un monasterio muy bien plantado, todo muy recogido.
En sus calles vi un cartel que anunciaba la segunda temporada de The Bear, esa serie de chefs con Jeremy Allen White que es una serie para mamones. 
Serie de manaders. 
El frondoso y romántico parque Campo Grande. ¿Por qué en Madrid no tenemos un parque tan tupido? 

Entramos en un mercado para echar un ojo y nos dimos cuenta de lo bien que habla la gente en Valladolid. Hablando castellano vocalizando cada sílaba, con las palabras ajustadas. 
Las fruteras eran como si las pijas del barrio de Salamanca de Madrid hubiesen pasado al otro lado del mostrador. Los macarras, los canis de rapado en degradado, hablando como catedráticos en filología.
Fuimos a probar las tapas de Jero, que son un escándalo. Compartimos un montado de bacalao con boletus, otro de cecina con membrillo, el de morcilla con manzana… Intentamos decidir cuál nos había gustado más y no fue posible. 
Y luego fuimos a por unas croquetas de El Corcho, riquísimas. 
 Ahí mi chico me comentó que se había publicado un estudio que relacionaba la toma de Ozempic con intentos de suicidio. Bueno, desde Rocío Contar la verdad para seguir viva me gusta decir “intentos autolíticos”. Quizá sea un plan del Club Binderberg para reducir la población. 
Me parece estupendo. 

Y rumbo al hotel Monasterio de Valbuena, en la Ribera de Duero, entre Vega Sicilia y Pesquera de Duero.
Una zona inhóspita, con pueblos de terror en plan La Matanza de Texas y al lado viñedos de lujo, con arquitecturas a los Frank Lloyd Wright. 
Llegamos al monasterio, que se encuentra a orillas del río Duero. 
Un hotel muy White Lotus. 
Demure. 
Me encanta que los monasterios se conviertan en hoteles, discotecas, spas y cuartos oscuros. Me parece una herejía y un sacrilegio precioso. 
Donde siglos antes dio lugar la inquisición, ahora Popy se da baños con su novio. 

En el spa capilla me acordé de que Madonna había celebrado el cumple de Rocco en Pompeya. Usando el patrimonio de la humanidad como si fuese su sala de fiestas. 
Ella puede. 
Me encantaría que trasladase su casa de verano a las ruinas de Pompeya y que las reformase a su gusto. Que pintase los muros. Al final, ¿qué mejor para una ruina que ser morada de la Reina del pop? 

Volviendo a casa le conté a mi chico lo que para mi ha sido una de las anécdotas del verano: la de la demanda anulada por tener Disney+. Resulta que en mi adorado Orlando, en Disney Springs, ha fallecido la esposa de un señor en un restaurante, a consecuencia de una alergia. El marido dijo que iba a demandar al restaurante de Disney y los del restaurante le dijeron “me temo que no”. El marido “¿Perdone?”. “¿Está usted suscrito a Disney+? Pues léase el contrato porque si usted es socio de Disney+ no puede demandarnos”. El marido se quedó a cuadros, lógicamente y es que, efectivamente, si firmas con Disney+, firmas que no puedes demandar a Disney. 
USA siempre se las arregla para dejarme perplejo. 

MaXXXine. 
Sabéis bien lo mucho que amo a Ti West desde House of the devil (película que cogió James Wan como inspiración estilística para The Conjuring Expediente Warren) y desde The Innkeepers, una de las películas de fantasmas más bonitas que recuerdo. 
Ti West, como director, posee lo que le falta a Oz Perkins (Longlegs): honestidad. 
El director de The Sacrament tuvo unos años crudos dedicándose a dirigir capítulos de series de televisión, hasta que se enamoró de Mia Goth y esto le hizo volver a empezar de nuevo haciendo una trilogía entera para estar cerca de ella y para enamorarla. 
Esta trilogía arrancó con X, un turgente homenaje a la estética de los 70, Tobe Hooper y el porno setentón. Continuó con la precuela Pearl, que indagaba en el lenguaje del horror de los años treinta. Una de sus mejores películas y la mejor interpretación de la carrera de Mia Goth, que da un verdadero recital de recursos a lo Baby Jane. 
MaXXXine es el tercer título de la trilogía y es puro amor a la gente que hace cine, al Hollywood marginal, al slasher ochentero, y a su actriz protagonista que se convierte en una actriz-autora. 
Un ejercicio de estilo con corazón palpitante, siempre a punto de ser devorada por si misma pero siempre escapando de sus propias fauces. De Palma, Argento y Michael Mann. 
MaXXXine es una recreación, pero una recreación sincera e inteligente, con poesía en su médula. 
Qué importante es que un director esté enamorado de su actriz, como Cassavetes con Gena Rowlands, como Paul Schrader con Natassja Kinski. 
Las musas que hacen que el creador esté alerta, inspirado y que lo dé todo por ellas. 
Mia Goth es brat y es demure.