Monday, September 02, 2024

MI ENGOGAMIA

 Os escribo enfrente del mar. 
A lo Tamara Gorro. 
En nuestra casita de la playa, ilegal, en plena arena, una playa para nosotros, después de que la gente haya vuelto a sus oficinas a trabajar. Qué placer saber que mientras me doy baños la gente está jodida, con depresión post-vacacional. 
Lo disfruto. Lo gozo. 

 Hace unos días, antes de venir a Denia… La noche antes de la sentencia a Daniel Sancho, estábamos inquietos. Si la sentencia era favorable para el chef asesino, habría ganado el fascismo. Si finalmente la sentencia era dura para el nieto de Curro Jimenez, se habría hecho justicia LGTBIQA+. 
Los rumores youtubers de que al ser el descuartizador ahijado de Adolfo Suarez tal vez hubiese habido presión por parte del consulado, me hacían pensar en una nueva injusticia vía privilegio. 
La sentencia se fallaba a eso de las cuatro de la mañana y aunque Two Yupa, que me fascina que los youtubers incels la hayan elevado a máxima experta en las cárceles y las sentencias tailandesas, estaba en directo y era un gran aliciente, preferimos descansar para descubrir la condena por la mañana. 
Como cuando vienen los Reyes Magos. ¿qué traerán? 

Afortunadamente, la condena que yo esperaba: Pena de muerte conmutada a cadena perpetua por haber colaborado con la policía el día de su detención. Pero el blanqueo a este asesino descuartizador, por parte de los medios de la fachosfera, ha sido inquietante y ha generado mucha incertidumbre alrededor de una sentencia que finalmente ha sido modélica y ajena por completo al clasismo, al patriotismo cateto, al racismo y a la homofobia fascista. 
Cómo se ha puesto en duda la culpabilidad de un homicida sociópata (como no se ha hecho con ningún otro, ni con Miguel Carcaño, ni con Charo Porto, ni con Ana Julia, ni con el Chicle), teniendo todas las evidencias, tan solo porque la víctima era latina y homosexual, siendo el acusado español, “heterosexual”, con un delantal con la banderita de España y supuestamente pijo, es algo que retumbará en la conciencia de la sociedad española por mucho tiempo. 

Jaime preparó unas tostadas y unos cafés y pusimos las noticias de Telecinco y no dejamos de sorprendernos con el continuo blanqueo, como si hubiesen detenido a un deportista olímpico español en un país extraño e incivilizado. 
Una locura. 
Pero la sentencia es la que es y así se va a quedar por mucho que recurran. Solo un 20% de las sentencias recurridas ven mejora para el acusado y no es el caso de Tailandia, donde ven fatal el contradecir a la justicia. 
Así que ojo con que el recurso no les salga tiro por la culata y acabe en pena de muerte. 
Y el descubrimiento de Juango Ospina, el abogado de la familia Arrieta, que es el abogado de mi dictadura. El sex symbol de finales de agosto. Enigmático, con clase, con una masculinidad de spot de perfume de los noventa. 
Quiero que le fiche el PSOE. 

 Metimos los bañadores y las toallas de playa en el maletero, y mientras al otro lado de la autopista las familias volvían a Madrid, nosotros nos íbamos a la playa, escuchando en Spotify a Cyndi Lauper, Iván, Chappell Roan, Bobby Brown, Artemas, Robyn, INXS, a Troye, HAIM, BTS, Javiera Mena, Kim Petras, The Shins… 
Con el termo Stanley lleno de Coca Cola de limón mezclada con Coca Cola de lima, sacamos los Jumpers. Amo los Jumpers. Son mi snack favorito de bolsa por encima de los Cheetos Pandilla. Son como de El Bulli, con esa textura sobrenatural y ese intenso sabor a mantequilla. 
Me puse el masajeador de lumbares, pasando por gigantescos molinos de viento, pasando toros de Osborne de nuestras infancias y de Jamón Jamón de Bigas Luna. 

Nos cuesta mucho separarnos de Oni y Frou Frou. Nuestros hijos. Echamos de menos a nuestros mininos nada más arrancar el coche. Menos mal que les dejamos en buenas manos, con Vero y Popote, que aman a los animales y van cada día a ponerles comidita y agua y a abrirles un rato la terraza para que salgan a curiosear.

Viendo reels, el glamour del festival de Venecia, con Nicole Kidman, la última gran estrella de Hollywood del brillo en peligro de extinción. Cate Blanchett divina pero con unas gafas de sol horrendas que parecían de Hawkers. 
Isabelle Huppert cazada por paparazzis al llegar en chándal y gorra, con una clase y un estilo que tira para atrás, una clase innata. 
Angelina Jolie ha hecho de María Callas en una película. 

Al llegar colgamos las camisas y dimos de comer a los gatos de Denia, entre callejeros y gatos de nuestra vecina inglesa. Rondan tres: uno negro, precioso pero muy malo, que es un gato mafioso que si no le das de comer te muerde las piernas, otro gato negro medio bizco y una gatita atigrada juguetona, cariñosa y zalamera.

 Claudia aún seguía en Denia y nos invitó a su casa a merendar, fartones, horchata y blanco y negro de Verdú. Una casa preciosa, moderna pero con el gusto de mantener detalles autóctonos mediterráneos como las puertas o los azulejos de la piscina. 
Pasamos un rato estupendo con Fernando, su marido, su suegra, Charo, una señora estupenda con un sarcasmo delicioso, y con sus sobrinas. Una de ellas nos recomendó un restaurante; El baret de Mikel. Charo nos dijo que debíamos ir al mercadillo del pueblo Jesús el Pobre. 
Arreglando el mundo, hablando de proyectos. Claudia tiene una perrita caniche marrón que es un peluche con vida propia. 

 Me he traído Biografía de X, de Catherine Lacey, a la playa. Una novela magnética, divertida y contemporánea. 
Desentrañando el misterio humano a través de un argumento audaz de gran enganche y, salpicado en tanto en tanto de gran literatura. De esos párrafos que te hacen levantar la mirada de la página, pensar en la autora y decir: “vaya, vaya”. 
A ver por dónde me lleva. 

 Cuando estamos en Denia nos gusta mucho cenar en el patio interior de la Senia de Federico, pero esa noche optamos por ir a la mejor pizzería de Denia: Da Edoardo. Un restaurante italiano que resulta que ha puesto a su horno a un pizzero napolitano y, claro, te mueres con las pizzas y tiene el sitio petado. 
Pocas veces he visto a mi chico disfrutar tanto con una pizza. 

 Antes de que Ryan Murphy estrene su Monster: La historia de Lyle y Erik Menéndez, en Netflix, con Javier Bardem haciendo del padre de estos dos chicos, nos pusimos el documental en la cama, en el ordenador. 
Uno de los varios documentales que hay. 
¿Cómo dos chicos guapos y pijos, de Beverly Hills, terminan matando a tiros a su padre y a su madre? 
La historia es tremenda, controvertida, aunque yo no tengo la más mínima de lo ocurrido y creo que esos chicos deberían estar libres, en la calle.  
No os cuento más porque obviamente, habrá que ver la serie. 

 Desayunando al borde del mar, enterándome de la actualidad por stories. 
Mi burbuja, mi endogamia. 
Vi que volvía Oasis, que se cumplían 30 años de estreno de Pulp Fiction… 
Oasis. Un comeback para pollas rancias violadoras. De manaders malasañeros tocando Wonderwall en la guitarrita. Cero interés. Es cierto que estos dos hermanitos, en su día, sacaron un disco digno de los Beatles. Las cosas hay que decirlas como son. Pero yo, en aquella época brit-pop era más de Suede, que eran mucho más Bowie. 
Y de Pulp, de Jarvis Cocker. 

 Pulp Fiction es una joya absoluta del cine lastrada por su fandom heteruzo incel de bar de Malasaña que han abaratado y vulgarizado la película llevándola en camisetas con olor a sobaco. Pero las obras maestras están por encima del vilipendio y esta Palma de Oro en Cannes que es cine libre, imperecedero, altamente icónico, entre el thriller serie B de videoclub y la nouvelle vague, que confirmó a un autor único, es prueba de ello. 

 Cansado del temita de las piñas en el Mercadona. Por un lado, ciertamente ha sido divertido ver a los chavales haciendo el tonto en el Mercadona, con los seguratas sacando las piñas de las cestas. Es incluso bonito, por socialmente ingenuo, por berlangiano, pero hasta un límite. 
Pasado el simpático esperpento popular inicial, vuelvo a no querer saber nada del siniestro Mercadona, que financia el FAES de Aznar. Pero sobre todo porque comprar en Mercadona es deprimente. Con ese packaging como de la china comunista. 
Mercadona dejó de molar hace diez años, pasado el boom de “wow, Hacendado, una marca blanca que no es repugnante”. Ahora todas las marcas blancas son igual de buenas o malas, pero ninguna reconforta al verlas en la despensa. En la despensa debe haber fantasía, marcas, logotipos diferentes. 
El supermercado donde hay que comprar ahora, en 2024, es BM, que es mi supermercado favorito después del Sánchez Romero. 

 Quedamos con Octavio y con su novia Ana, a la cual no conocíamos aún, para picotear algo en la tasca Eulalia de la frondosa y animada calle Marqués de Campos de Denia y luego para tomar un postre en Verdú. 
Hacía siglos que no veíamos a Octavio, desde que se había ido de Madrid. Ana, que es rubia de aspecto holandés pero que es cubana, de La Habana, nos pareció encantadora e inteligente, incisiva. Se nota que es psicóloga. Me divertí mucho hablando con ella de Fran Lebowitz, de tener hijos o no tenerlos, de viajar o no viajar, de las bodas españolas y de Daniel Sancho, de cómo la gente le subestima compadeciéndose de él al estar rodeado de presos asesinos, cuando el preso asesino más peligroso es él. 
A Octavio le vi fenomenal, como siempre. 
Nos dijeron que en octubre vendrían a Madrid y quedaríamos para cenar. 
En Madrid, la ciudad donde ocurre todo.