Sunday, March 16, 2025

WALK OF FAME

Christina Ricci posa entre adulada e incrédula con su estrella de la fama del walk of fame, por fin. 
Muy Maps to the stars, La sustancia, El crepúsculo de los dioses, Mulholland Drive. 
¿Qué pasaba por la cabeza de Ricci al ver su estrella de la fama? ¿”por fin lo logré”? ¿”Si supieran lo que he tenido que pasar hasta llegar aquí”, tal vez? ¿”ya no sé quién soy”? 
La estrella de la fama es un insondable halago, un piropo descomunal, y a la vez parece que se burla del actor. 
Es la confirmación de un mito que va a su vez va a ser pisado por turistas y vomitado por borrachos. 
Es el limbo y es morder el polvo al mismo tiempo. 

Aparcamos en el IFEMA y nos metimos debajo del paraguas buscando por dónde entrar en ARCO
Llovía como si estuviésemos en Se7en o en Gotham City. 
Madrid lloviendo es muy “esta tarde vi llover, vi gente correr y no estabas tú”. 
Madrid un día de lluvia es cafetería y El Corte Inglés. 
Seguimos a unas personas con aspecto de socialismo caviar y entramos en el recinto de la feria de arte que es como una especie de parque de atracciones para adultos snobs e ingenuos. 
Amo ARCO. 
Siempre resulta sorprendente y aburrido. 
Las mejores obras de arte siempre son de dos patas, humanas; la gente que por ahí pulula tratando de descubrir algo e intentando convencerse a sí mismos de ser quienes no son. 
Este año, mucha respuesta contra la IA, mucha artesanía, mucho material noble y terrenal. Lo que no podrá hacer la Inteligencia Artificial jamás. 
Simbolismo político: un Cristo crucificado en un avión bombardero de Gaza, un lavavajillas con platos con las caras de los líderes de la extrema derecha. 
Mucha chemsex: cuero, correas, piercings. 
Fuimos a ver a Ismael, de una de mis galerías favoritas, House of Chappaz, una galería que es un oasis queer en medio del desierto de arte normativo de barriga e inversión bancaria. Un espacio seguro en el mundo del arte. Este año con obra de Carlos Sáez, de Carles Congost, una obra muy política de Diego del Pozo… 

Nos metimos en la zona de guest para comernos una flauta, un piscolabis, comentando los vídeos políticos de IA del PP poniendo a los del PSOE como tentadores de La isla de las tentaciones y de la Izquierda recreando a Feijoo en el yate del narco y a Mazón de putas. 
Pop art. 
Cómo le hubiese gustado a Warhol haber vivido la era de la IA. 
De vuelta al coche, aprovechamos ya que estábamos cerca para hacer la compra en el súper de El Corte Inglés de Campo de las Naciones, que mi chico tenía que comprar bulgur para una receta. También compramos caldo para ramen, mole...
Comprando salmón vi a una madre pija de Conde de Orgaz con su hija pija. 
La madre se parecía a Millie Bobby Brown y la hija a Aitana. 
Qué pesadas estas dos con la salud mental. 
Que hagan películas y discos y que nos dejen en paz con que si me critican y me deprimo o con que se me ha muerto el periquito. 
La depresión de las estrellas es insultante y aburrido. 
Las estrellas viven para hacernos soñar, no para hacernos ver la realidad. 
La realidad la conocemos bien. 

Esa tarde teníamos entradas en el Imax para ver Mickey 17, de mi admirado Bong Joon Ho
Los surcoreanos han reinventado el lenguaje cinematográfico y lo siguen haciendo. Mickey 17 es Loach con Chaplin y Amblin con Berlanga. 
Una comedia loca sci-fi esclarecedora sobre que para el neoliberalismo el ser humano no es nada y sobre en manos de qué dirigentes estamos y lo que tenemos que hacer al respecto. 
Robert Pattinson está maravilloso, mimetizándose con el estilo del director de The Host. 
Mi película favorita de Bong Joon Ho sigue siendo Snowpiercer, muy por encima de Parásitos, que me maravilla. 
Qué carrera tan increíble se está forjando el vampiro de Crepúsculo: Cosmópolis y Maps to the stars de Cronenberg, Good Time de los hermanos Safdie, El faro de Robert Eggers… 
Y está rodando con Nolan y con Zendaya, La Odisea. 

Quedé con José Señorán y con Alejandro Iriarte para hacernos un Pijas Marrones de terapia social. 
Nos reímos mucho hablando de Armie Hammer con el Grindr, de Bad Gyal con el pelo corto siendo la nueva Bárbara Rey y de la estatua marica de San Giuseppe en el Vaticano. 
También hablamos de la policía nazi alemana metiendo de hostias a las feministas en el 8M de Berlín y de Iberdrola eliminando de su web la presencia del LGTBIQ+. 
Hay que quitarse Iberdrola. 
Me encanta que las empresas que hacían pinkwashing devuelvan por fin el movimiento a quién realmente pertenece: al colectivo. 

Mi querido Javier de Juanas me invitó a una de sus fabulosas cenas de Chez de Juanas
Google Maps me llevó hasta un lugar perdido por Urgel, en Carabanchel, a un local que era un estudio de fotografía convertido esa noche en espacio para una magnífica cena. 
Carabanchel es el Brooklyn de Madrid. 
Javier juntó a diez invitados. Como el 10 negritos de Agatha Christie
¿Por qué a nosotros en concreto? ¿qué teníamos en común? Ojalá, de nuevo, un asesinato, todos sospechosos y no poder salir de esa cena hasta que Jessica Fletcher o yo mismo descubriese quién es el asesino. 
La fantasía del Cluedo hace que me sienta como a mi me gusta sentirme en todo momento: en peligro y a salvo al mismo tiempo. 

Ahí me encontré con Jaime Urdiales, uno de mis pintores favoritos. 
Me dijo que después de un tiempo en París, volvía a vivir a Madrid. 
También coincidí con Clara Courel, a la que adoro. La Carrie Bradshaw española. 
Y en la cena conocí a Mina, , Tina (creadora de la marca Nutka), Yago Hortal (pintor), Ganges (que hace música), Pepe Herreros (fotógrafo y swifter, simpatiquísimo), Enzo (que lleva la agencia de comunicación Ebra), ya conocía a Lorenzo Meazza, decorador, de haber coincidido con él en algún trabajo. 
Durante la cena se habló de Triana Marrash y de la operación de cara Morpheus 8, que es lo que se han hecho Lindsay Lohan y Donatella, que están más guapas que nunca. 
La gilda de anguila con caramelo del aperitivo estaba en un pincho de joyería de Marquise
Estuve a punto de robarlo. 
La mesa estaba puesta de manera fabulosa. Ni Bree Van de Kamp la hubiese puesto mejor, con flores de Dandelion, velas de Trudon
De entrante una gelatina de tomate en cama de aguacate ahumado con topping de pepino encurtido, de primero rape orly con gofre de caviar, de principal pato a la naranja con puré de boniato y de postre un espectacular croquembuche de vainilla y ruibarbo. 
Manjares en cálida compañía.
De esas cenas que hacen digna a Madrid.

Llevé a Mario a comer al CostCo
No sé si CostCo es consciente del embajador que tiene conmigo. 
Llevo a todos mis amigos que nunca han estado en este increíble lugar a conocer dicho espacio seguro y protector de la decadencia capitalista. 
Por supuesto todos salen absolutamente fascinados, sintiendo que nada puede salir mal. 
Mario pidió dos perritos calientes y unas piezas de pollo con patatas. Yo una porción de pizza de cuatro quesos y otra de peperoni. 
Pizza como de Dawson Crece
Mario me dijo que ese finde había eclipse de luna y que se iba a un retiro de yoga. 
Muy The White Lotus
Qué ansiedad The White Lotus. Ver a todas esas personas al borde del precipicio en esa olla en ebullición. 
Mike White es el cineasta del momento, junto con Sean Baker. Tienen diferentes tonos. Baker es más neorrealista y pone el foco en los marginados, mientras que White es más satírico y apunta hacia las clases privilegiadas, pero ambos tienen mucho en común. 
Los dos son mediums empáticos y grandes retratistas sociales que reflexionan acerca del conflicto de clase y la hipocresía del sueño americano. 
Les amo por igual y se admiran mutuamente. 
Dentro del CostCo, Mario se quedó fascinado con las tartas de cumpleaños, con los muffins de chocolate, los mac & cheese de la zona de comida preparada y con un Conecta 4 gigante para jardín/piscina. 

Ferdi me preguntó qué hacía para comer y quedé con él en Moncloa para ir al Domino’s que hay detrás del edificio Galaxia. 
Cuando llegué, Ferdi estaba leyendo Un puñado de flechas de María Gainza
Me recomendó sobre todo su anterior novela; El nervio óptico. 
Ferdi andaba algo preocupado con el dislate de Trump. Cree que occidente era un lugar seguro y que ahora ya tan seguro no es. Pero Trump no es más que una performance, un fake. 
Comiendo pizza, me encanta comer con Ferdi, desde esos whoppers que nos comíamos siendo adolescentes en el Burger King de Princesa y que nos unieron para siempre, después de los botellones. 
Comiendo pizza veinticinco años después de esos whoppers, hablando de Sean Baker, de cómo los directores de A24 confunden estilismo con estilo, salvo él. Hablando de Escassi y las trans, de la cosificación, de la última película de Walter Salles, de cine surcoreano, de relaciones normativas. 
Después, en el café, en el Santagloria de Princesa, me emocioné recordando a una amiga. 
Recordando su recuerdo.